AARM

Un hombre perdurable

Fue el tío Jacob Grez quien me llevó —a mi hermano Carlos también— a jugar básquetbol por el Club Sirio, allá por los años 55 o 56.

Entrenábamos el domingo al mediodía en la Federación Atlética de Chile, en calle San Francisco. Nuestro DT, Juanito Arredondo, nos aconsejaba que fuéramos a ver jugar al primer equipo. Fui a verlo al estadio Famae y ahí conocí a un jugador singular: Juan Aguad. Me cayó en gracia de inmediato por lo chispeante y alegre para jugar: sonriente y afable con sus compañeros. Esos rasgos acompañaron a Juan Aguad Kunkar toda la vida y en todas sus facetas profesionales: como abogado, periodista, fiscal, juez de policía local, basquetbolista (vistió la camiseta de Chile), comentarista…

El periodista Edgardo Marín —en su columna del miércoles pasado— dijo de
Aguad: «No supe de nadie que no tuviera al menos un motivo para quererlo. Gran tipo y personaje inolvidable para muchos». De Juan Aguad, fallecido días atrás a los 91 años, tengo muy gratos recuerdos: las maravillosas veladas en el certamen Campioni del Domani en el Stadio Italiano junto al músico Arturo Giolito; las reuniones —en una esquina alta de la tribuna en el Estadio Nataniel— junto al entrenador Eduardo Danovaro, el jugador Lucho Barrera, el periodista Tito Norte y otros haciendo comentarios tan chispeantes como cáusticos que a ese rincón le llamaban «La esquina de la puñalada»… y mil historias más que quedan sin contar.

Tiene razón Edgardo Marín: para mí también Juan Aguad fue un personaje inolvidable.

MENTESSANA

Fuente:  EL MERCURIO