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Columna de Opinión: ATAQUE DE MORALIDAD

Soy optimista. El mundo se está dando cuenta que la corrupción es mal asunto. Nadie pone en duda que ser corrupto está mal visto en nuestra frívola sociedad. Y esto es igual para los que mandan y para los que obedecemos, para los jueces y para los reos. Que todos estamos interpelados por los acontecimientos que nos llenan de perplejidad cada día y que no es necesario precisar, para no provocar sospechas de cierto partidismo social.

Sin entrar a juzgar y condenar a ilustres personajes destacados en los ámbitos de la judicatura, la política, los negocios, el deporte o cualquier otra actividad, que tendrán que aguantar el chaparrón que les viene. Me gustaría descender unos cuantos escalones y aterrizar en el entorno donde vivo para verificar si, también a estos niveles se encuentra algo parecido y que fuera necesario considerar en medio de tanta noticia sensacionalista y promotora de venganza, de ira y descalificación.

Efectivamente, el problema del mal en el mundo que habitamos está suficientemente generalizado como para andar tomando examen a los que por sus malas costumbres, alteran la convivencia ciudadana desde las alturas del poder, del dinero y de la farándula o, desde otros lugares. Puede haber alguno cerca de nosotros.

Leo todos los días la prensa local y extranjera, oigo algunos programas de radio bastante sensacionales, aunque ya no veo noticiarios de televisión por recomendación médica, especialistas en presentar un mundo realmente inhabitable y llego a una feliz conclusión: el tema de la corrupción, de la deshonestidad, de la violencia y de la inconsciencia drogadictica parece estar muy mal considerado por nuestra comunidad nacional e internacional. ¡Bravo¡ Por fin, la moralidad se encuentra en alza en las bolsas de valores de nuestro agónico planeta.

Reitero que mi optimismo me lleva a pensar que estamos a punto de concordar en que ser sinvergüenza, ladrón, mentiroso, violador, violento está cada vez más mal visto por nuestra sociedad, hastiada de tanto fresco suelto, de tanto predicador hipócrita y de tanto falsario prometedor de mundos idílicos para vivir sin esfuerzo.

Puedo ya dormir más tranquilo, al saber que mis compatriotas y mis complementarios se encuentran en una campaña global de moralidad. No hay duda que ahora podemos tener esperanza de lo que nos deparará el futuro, ante este ataque de moralidad que está invadiendo el mundo. ¿Será verdad? Mi duda es solo metódica. Para que no me tengan por ingenuo. Casi siempre veo el vaso medio lleno. La corrupción ya no es bien vista ni siquiera por los corruptos consuetudinarios. Que los sigue habiendo. Que Dios nos ayude a ser un poco más honestos a todos, en todo lugar y en todas las instancias de nuestra variopinta vida y que el ejemplo cunda.

 

Jesús Ginés Ortega

Filósofo – Profesor Universitario de Ética

04/10/2024