Si en el año 1974 la población en Chile rondaba los 10.5 millones de habitantes, este 2024 se estima cercana a los 20 millones; es decir, la población nacional prácticamente se duplicó en 50 años. En ese mismo período ¿también se duplicaron los espacios deportivos en el país? Pongamos un ejemplo: al 2006 se contaba con 336 pistas atléticas en el territorio nacional; sorprendentemente, en 2013 se registran 248 pistas (Enfoques Estadísticos Instalaciones Deportivas). ¿Qué pasó en tan poco tiempo?
Esos mismos estudios dan cuenta que en el 2006, con cerca de 16,5 millones de habitantes, Chile contaba con una superficie neta deportiva de 3 metros cuadrados por habitante. Está claro que cada año las personas dispondrán cada vez con menos espacios para sus actividades físicas deportivas. Es probable que la incorporación de parques y áreas naturales incorporadas en el último tiempo vienen a paliar moderadamente pero, en forma insuficiente ese déficit.
En cuanto a la práctica deportiva, más de un millón de deportistas entrenan y juegan al menos una vez por semana (ANFA). Si sumamos el sector escolar, más de 3 millones de niños y jóvenes deben practicar al menos una vez por semana algún deporte o actividad física. Agreguemos la Educación Superior, Sector Laboral, Fuerzas Armadas, Adultos Mayores. Es decir, al menos un 30 % de la población nacional, o más, realiza algún tipo de actividad física una vez a la semana. Todos ellos necesitan espacios físicos habilitados para sus prácticas.
Bajando esa cifra al territorio local, la administración de políticas públicas territoriales recae en las 345 municipalidades del país, en acuerdo a sus necesidades. Así, constatamos que la comuna más pequeña contaría con 20.000 habitantes y la mayor con 600.000 o más. Por otro lado, la Ley de Presupuesto de la Nación para el Sector Público año 2025, ingresada al Parlamento para su aprobación, focalizada en 28 partidas (administraciones públicas como ministerios y otros), le asignó al sector deportes, MINDEP-IND, M$ 196.017.310 lo que aproximadamente corresponde al 1.8% de dicho presupuesto.
Lo anterior, contradice la importancia de la actividad física-deportiva para disminuir una serie de enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, hipertensión, diabetes y, especialmente, el sedentarismo, aparejado a la creciente obesidad a temprana edad. En efecto, diversos estudios señalan que en Chile, la tasa de obesidad en niños se acerca al 30%, una de las más alta en Latinoamérica. Desde hace algún tiempo es sabido que, por cada dólar que se invierte en deporte, se ahorra 3,5 en salud (IND-SUR 2005). Junto con los hábitos de alimentación saludable, el fomento de la actividad física y deportiva se convierte en una poderosa herramienta para prevenir las enfermedades nombradas anteriormente; además de inculcar valores como el respeto hacia sus compañeros, profesores, trabajo en equipo y disciplina. Así, la práctica regular del deporte y las actividades físicas, como cualquier otra actividad social en una democracia moderna, son altamente valoradas.
Llama la atención que en estas circunstancias, por años el tema deportivo no se percibe como prioritario en la gestión regional y comunal (núcleo básico de la división territorial de una región). Urge entonces un cambio en las políticas públicas para construir un nuevo modelo que potencie su práctica en todos los niveles etarios ya que hoy, sencillamente, no están las condiciones ni el interés por conducir un proceso innovador en el tema. Más bien, nuestro modelo deportivo principalmente en los establecimientos públicos escolares estaría obsoleto. Quienes concurrieron a votar en la elecciones recién pasadas, pudieron observar en las escuelas públicas sus precarias instalaciones deportivas. Y la situación parece empeorar; los porfiados hechos así lo están demostrando.
Sin embargo, uno de los sectores más reconocidos como lo es el Federado en la promoción deportiva es poco aprovechado. Estructurado por el COCH y COPACHI, con 56 federaciones el primero y cerca de 12 el segundo, con sus respectivas asociaciones y clubes en regiones y comunas, debiera aparecer como un sistema con una mayor fuente de financiamiento sectorial, no solo en favor del alto rendimiento, sino como una vía distinta y atractiva para el desarrollo deportivo-país.
Bajo ese contexto, el sector privado (clubes y colegios privados) posee aproximadamente el 40% de las instalaciones deportivas del país. El resto está en poder del Estado Central y de las municipalidades, encontrándose muchas de ellas en regular o mal estado (Catastro Instalaciones Deportivas 2007). Es interesante observar que existen en el país alrededor de 20.000 organizaciones deportivas, de las que no más de 5.000 tienen su personalidad jurídica al día, con más de 100.000 dirigentes que aportan su labor en forma gratuita al sistema. ¿Por qué no aprovechar esa capacidad instalada a lo largo del territorio nacional?
Sin soluciones mágicas, atreverse a innovar por medio de un trabajo colaborativo para el fomento de las “Tardes Deportivas Escolares” en sociedad con los diferentes Clubes Deportivos regionales o comunales, los que disponen de una serie de disciplinas, permitiría el incremento de jóvenes que, por sus características físicas, geográficas y de cualquier otra índole buscan desarrollarse desde la etapa de formación educativo-física, disciplina normativa, técnica y forma de vida social para proyectarse hacia el deporte de rendimiento, según sea el interés individual de cada niño. Y por qué no, incorporando la experiencia de los Adultos Mayores en esa noble tarea.
No se puede seguir haciendo lo mismo. Hay que atreverse a realizar cosas distintas nivelando hacia arriba con la externalización de servicios mediante un trabajo municipal en red (Stakeholder), empoderando a la comunidad local. Ese cambio societario es a todas luces necesario. Sería un círculo virtuoso potenciando de paso a los mismos clubes que representan a la sociedad local en los torneos regionales y nacionales.
Fernando Sotomayor G.
Ex Atleta